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Humanidades
Un año más de memoria hecha manifestación
por Ignacio Elpidio Domínguez Ruiz
Cada junio, al acercarse las fechas más señaladas para la mayoría de movimientos sociales LGBTIQ+ (lesbianas, gais, bisexuales, trans, intersex, queer y otras etiquetas), vuelven a florecer recuerdos e hitos. Las primeras manifestaciones en cada país, comunidad autónoma o ciudad, con sus protagonistas y vicisitudes locales, nos conectan a historias entretejidas. Las legislaciones protectoras o garantistas aprobadas o en proceso, por otro lado, sirven para conectar dichas historias con el presente y con el futuro. Estas legislaciones se unen, desde el prisma de la celebración y de la reivindicación, con la visibilidad de personas LGBTIQ+ famosas o en puestos de responsabilidad, en listas anuales, o con la llegada de activistas a partidos políticos o a instituciones culturales. Finalmente, la creación de productos culturales sobre el Orgullo como evento y como memoria nos llevan a metareflexiones sobre la intersección entre estos movimientos sociales y el recuerdo como acción colectiva. Exposiciones de historia y memoria como Subversivas en 2017 o las jornadas Memòries invertides en 2022 se suman a cada vez más publicaciones sobre la historia española o local de los activismos LGBTIQ+. El estreno en 2023 de una película como Te estoy amando locamente (dir. Alejandro Marín), sobre la memoria de los frentes de liberación homosexual en Andalucía, se suma a una larga trayectoria, cada vez más consolidada, de patrimonialización y memorialización del activismo LGBTIQ+ en España y, en concreto, de sus manifestaciones.
La primera manifestación en Barcelona en 1977 se compara habitualmente con el evento o hito fundacional del Orgullo LGTBIQ+ occidental.
La famosa primera manifestación en Barcelona en 1977 se ha acabado consolidando en una trayectoria variable en la geografía española, con diferentes agentes, protagonismos, intereses y escenarios variables, en función de la perspectiva desde la que se echa la vista atrás. Esta manifestación se compara habitualmente, y sobre todo en sus diferentes aniversarios, con el evento o hito fundacional del Orgullo LGBTIQ+ occidental. El hecho mismo de que en la mayoría de grandes ciudades españolas se celebre este evento en torno a finales de junio es un homenaje a las revueltas de Stonewall en 1969. Según el mito en torno a este acontecimiento, el enfrentamiento contra la policía por la represión de un bar en Nueva York dio lugar a la forma contemporánea de los movimientos LGBTIQ+ occidentales, con ramificaciones en organizaciones tanto en Estados Unidos como en Europa.
No hay Stonewall, no hay Orgullo LGBTIQ+ en junio, sin memoria, ritual y tradición.
Las dudas sobre los detalles de los días de disturbios desde el 26 de junio de 1969, junto a la comparación entre los hechos recordados o registrados y la memoria social, nos hablan del papel clave de la memoria. No hay Stonewall, no hay Orgullo LGBTIQ+ en junio, sin memoria, ritual y tradición. Da igual que, como diferentes fuentes han destacado en las últimas décadas, las revueltas de Stonewall no fuesen las primeras en Estados Unidos. Da igual quién tiró la primera piedra (aunque no es indiferente qué voces y cuerpos suelen ser invisibilizados en el recuerdo cultural). Lo que importa para la huella cultural de Stonewall cada año es cómo se ha memorializado a través de un instrumento mnemotécnico de fácil adaptación a ciudades, tradiciones y lenguas diferentes a las de Nueva York. La manifestación, como celebración, se ha constituido desde 1970 como un mecanismo de repetición que ha consolidado una fecha concreta, y no otra, en la memoria colectiva de los Orgullos occidentales. El vínculo entre esas revueltas y las manifestaciones y festividades locales que vemos estos días no es, por lo tanto, la represión policial en Nueva York, los cuerpos enfrentados y vociferantes, ni el empedrado pisado e instrumentalizado en una calle densa. Es, en cambio, el papel de la memoria en la consolidación de un hito y un ritual repetido y mantenido en el tiempo a través de los cuerpos y las acciones de quienes nos manifestamos estos días.
Información sobre la articulista
Ignacio Elpidio Domínguez Ruiz Es Doctor en Ciencias Humanas (especialización en antropología) por la Universidad Autónoma de Madrid, con una tesis sobre el papel del Orgullo LGTBI para la promoción e imagen turística de Madrid, en torno al World Pride 2017. Actualmente, es profesor de antropología en la Universidad de Barcelona y profesor asociado en la UOC. Su investigación se centra en la intersección del turismo con los estudios urbanos y LGTBI, pero también la victimización y las desigualdades.